Se están perdiendo muchas vidas

Por Hugo Pérez White.-
La muerte es un designio de Dios que lamentablemente le sucede a algunas personas en la plenitud de sus vidas cuando aún están orientando su futuro, programando su existencia terrenal y proyectando su acción en el campo de la amistad, el compañerismo, la solidaridad y la ayuda al prójimo.
Estas cualidades adornan la personalidad de nuestros jóvenes que pierden la vida prematuramente en inesperados accidentes carreteros después de haber compartido momentos agradables junto a sus amigos en una noche de esparcimiento y cuando regresan a sus hogares a rehacer sus actividades diarias, a abrazar a sus seres queridos y comentar las experiencias de sus vidas.

Todas esas esperanzas se truncan en unos segundos al accidentarse el automóvil que conducía descuidadamente, producto de los efectos del alcohol que consumió en forma indebida y ello inhibió los reflejos que se necesitaban para evitar situaciones extremas y controlar adecuadamente las emergencias que se presentan en el camino. Lo mismo sucede cuando un bus que transporta pasajeros de una ciudad a otra se accidenta en las carreteras dejando en su ruta una estela de sangre, con muertos y heridos, todos ellos evitables si se tuviera conciencia del valor de la vida y el país entero se informa de las tragedias y conmocionan el ambiente nacional destrozando a cada instante muchos hogares que lloran la pérdida de sus seres queridos y la noticia de estas muertes prematuras destrozan a las familias afectadas.

Los padres que hemos perdido a un hijo en la plenitud de sus vidas cuando estaban llenos de proyectos, esperanzas y sueños por cumplir, sabemos en nuestro fuero interno del dolor inmenso que ello produce en la estabilidad emocional y aunque el paso del tiempo aparentemente hace olvidar este quiebre del espíritu, ello no es cierto porque la herida queda para siempre en el alma de los padres.

A lo mejor la juventud está acelerada en el tiempo que vivimos y quieren hacerlo todo en el menor espacio posible; sin embargo, lo que logran realizar lo hacen a conciencia y con fe en sus creencias.

Los momentos de incertidumbre y angustia que viven los padres de estos adolescentes cuando se cercioran de la cruda realidad son indescifrables y la tranquilidad espiritual que los embargaba cuando sus hijos alegraban el hogar, se traduce en momentos de incertidumbre y desasosiego sentimental.

Ojalá todos pudiéramos tener la fortaleza suficiente para aceptar el dolor del alma cuando nos arrancan un pedazo de nuestro ser y estas hermosas flores son cortadas abruptamente del jardín que adorna nuestro entorno y sólo sus rostros perdurarán en el recuerdo confiando en que esas semillas cultivadas con tanto amor, quedarán diseminadas en el aire para que se impregnen en otros corazones.
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