Periodismo chileno S.A.

Escribe para El OJO, Ricardo Casas Tejeda; lapizenlaoreja.blogspot.com
Recuerdo muy bien cuando hice mi práctica voluntaria en Radio La Palabra F.M en Osorno y me tocó cubrir la huelga legal de los trabajadores de la Clínica Alemana. Como buen estudiante de periodismo, me empeñé en hacer la cosas según nos enseñaban en la universidad y solicité las versiones de la administración de la clínica y de la presidenta del sindicato. Pero sólo la representante de los trabajadores quiso hablar conmigo. El director de la Clínica no quiso "emitir declaraciones" y así lo consigné en mis despachos.
En esa ocasión la presidenta del sindicato agradeció que me diera el tiempo de entrevistarla, acordar con ella los mejores términos a utilizar en mi despacho (para no entorpecer la negociación) y el hecho de que respetara el "off the record" o "fuera de registro" que me ayudó a comprender el contexto de la huelga y la situación de los trabajadores de la salud privada ,en Osorno por lo menos.
Hoy los trabajadores de FASA, mejor conocidas como Farmacias Ahumada, están en huelga y al leer la columna "Periodismo sin Remedio" del periodista Hugo Arias, publicada en El Ojo del Medio, me sumo a sus exigencias hacia nuestro periodismo. No debemos guardar silencio sobre una situación que tiene mucho que ver con las leyes laborales y la mala calidad de algunos empleos en Chile.

Sin embargo, mi adhesión es casi un acto poético, porque conozco las condiciones en las que trabajan los periodistas de mi provincia y se que esas condiciones se repiten en todos los medios de comunicación chilenos, salvo honrosas excepciones. Por eso me explico que los directores de los medios pertenecientes al duopolio (Edwards-Copesa) no quieran pisarle los callos a los avisadores importantes, que constituyen el principal ingreso económico de los medios de comunicación ni al gobierno, que es también un importante cliente en términos de avisaje publicitario ¿o usted cree que el diario se financia con las ventas que se hacen en los quioscos?

De lo anterior uno también puede preguntarse ¿el cierre de la edición de papel del diario La Nación es por bajas ventas o por falta de avisadores? y en ambos casos la respuesta debiera construirse sobre una comparación con los diarios pertenecientes al grupo Edwards y a COPESA. Pero esa información no está disponible, porque la Ley de Transparencia sólo se aplica al sector público, lamentablemente.

Incluso más, no se ha discutido seriamente el modelo de negocios del periodismo en Chile porque es prácticamente un mercado donde la competencia está anulada. Sepa usted, amable lector, que la tendencia a eliminar las ediciones de papel es un movimiento global, pero en países como Inglaterra y Estados Unidos la discusión se da de cara a los lectores y se entregan cifras. Se trata de países donde internet tiene mucho mayor penetración en todos los estratos sociales y existe una fuerte competencia con la televisión y la radio, incluso en esos paises existe la PBS (televisión pública norteamericana, muy recomendable como alternativa a CNN) y la BBC (radio y television pública británica), por lo tanto se trata de una discusión que atañe prácticamente a un problema de gestión de los consorcios dueños de medios de comunicación privados y se debate con bastante tiempo de anticipación.

Acá no, ni siquiera los trabajadores de La Nación manejan la información completa que sustenta esta decisión, ni tampoco se sabe como funcionará el modelo de "pago" para los lectores que quieran "suscribirse" a la "edición electrónica" o si privilegiarán el financiamiento a través de avisos de las grandes empresas. La decisión ya fue anunciada por el gobierno, que hoy será tratada en el seno del directorio de la La Nación y que el Colegio de Periodistas observa con preocupación, tratando de convocar a diversos sectores para detener esta medida.

En este contexto me permito poner en duda la calidad y cantidad de información que recibimos a través de los medios de comunicación masivos (diarios, televisión y radios). Aunque compremos los productos que se avisan en los medios, aunque paguemos la suscripción del diario o de una revista, no estamos recibiendo un producto de primera calidad. Porque los que pagan el sueldo de los periodistas no somos los ciudadanos, son las grandes empresas. Y los sueldos que se pagan hoy en los medios sobrepasan por muy poco el ingreso mínimo, salvo el caso de "estrellas" del periodismo que por lo menos pueden negociar un ingreso más elevado.

La excepción a estas condicionantes del mercado es el diario La Nación pero si desaparece su edición de papel, no sólo desaparece del alcance de los que compran el diario de papel y con ello la posibilidad de, a lo menos, ver la portada en los quioscos. Lo que están haciendo es aprovechar una oportunidad de despedir periodistas y trabajadores por supuestas "necesidades de la empresa" y bajo esa premisa me temo que hay varios ajustes de cuenta del gobierno de turno, con algunos trabajadores de La Nación y algo parecido a un "pago por servicios prestados durante la campaña eleccionaria" hacia aquellos medios que no lastiman y que podrán seguir contando la versión oficial, colocando sus portadas en los quioscos cual afiches publicitarios, sin contrapeso alguno, para promover un optimismo que quiere convencernos de que vivimos en la copia feliz del Edén.

Tengo muy claro que el futuro de los medios está en internet, pero esperaría de un gobierno cuya retórica se afirma en concpetos como la "eficiencia y la eficacia" una mayor claridad sobre la "innovación" que pretenden hacer en un medio de comunicación con participación estatal mayoritaria (70% de las acciones) y el plan de negocios que tienen en mente.

De lo contrario no me hablen de "eficiencia" en el sector público si no son capaces de proyectar "eficacia" en el resguardo del derecho ciudadano a estar bien informados, bajo las nuevas condiciones materiales que deben enfrentar todos los medios.

Si el próximo paso del gobierno es otorgar internet gratis para todos, por favor que lo anuncie claramente, pero si se trata de eliminarle la competencia a los dueños de la prensa privada en Chile y subvencionarla con avisaje estatal (que por ley debe salir en medios impresos), mejor que lo diga con todas sus letras.
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