Medio Ambiente: cuestión de decencia

Escribe para El Ojo el osornino Waldemar Monsalve, presidente Instituto de Ecología Chile Austral.
Quiero invitar a ustedes a pensar en cómo mejoramos la posibilidad de solucionar problemas de la comunidad, comenzando por los temas ambientales, que afectan a la calidad de vida, de todas y cada una de las personas que viven en este territorio, sea como país, región, provincia, comuna, o barrio.
Partamos reconociendo que, así como nuestro país tiene un grave problema con la Educación, paralelamente como ciudadanos, los chilenos echamos mucho de menos un ramo humanístico que se llamaba Educación Cívica.

Hoy por hoy, escuchamos hablar de ciudadanos que están llamados a pronunciarse, aunque sea protestando, por algo que se estima que está mal, o para que una situación cambie para mejor. En el caso del medio ambiente, hablamos de ética y de valores. En efecto, el problema ecológico es una cuestión de decencia para con el patrimonio físico, del cual somos meros usuarios. Nadie es dueño del aire; el agua y el suelo son recursos esenciales para la vida. Por lo tanto, seamos sinceros, y reconozcamos que en materia de problemas ecológicos, el principal obstáculo a vencer es nuestra propia mezquindad, egoísmo y ceguera.

¿Por qué estoy hablando de estas generalidades? Simplemente porque estamos en el Mes del Medio Ambiente, y es la oportunidad para reiterar conceptos básicos que comprometan la conciencia y actitud de los ciudadanos, para poner en la agenda de las autoridades, organismos y empresas, temas que cuesta que estén entre las prioridades. En efecto, podemos estar de acuerdo que, en un programa o listado de temas ambientales de mayor importancia destacan los tres siguientes: a.) la política de uso ecológico y economía de aguas, superficiales y subterráneas, incluyendo el tratamiento, y reutilización de las aguas negras o residuales; b.) la política de tratamiento de las basuras, o residuos domésticos e industriales; y c.) la política de energética, con todas sus opciones alternativas. Obviamente que, en nuestra comunidad afloran otros problemas ambientales, como la contaminación del aire, el ruido, deficiente gestión de los suelos, los bosques nativos, y las áreas protegidas, etc.

Ya sé que comienza el Mundial de Fútbol, y que la mayoría de las personas estarán en otra. Esto me sirve para hacer presente a ustedes que podremos estar muy entretenidos por el deporte, complementado por tanta oferta televisiva de intrascendentes programas farandulezcos, pero en cuanto volvamos a la realidad tenemos aire contaminado y ciudades ahogadas en basura, y otros problemas ambientales. ¿Hasta cuando usted permanecerá al margen de estos temas, esperando que se resuelvan por sí sólos? Usted sabe que eso no sucederá, y si la comunidad no participa y pide soluciones, habrá tendencia a ocultar los problemas bajo la alfombra.

Cuántas veces hemos oído o expresado la frase de que los chilenos somos extremadamente legalistas, y que para todo esperamos que se dicte una ley. Ahora bien, se ha dicho que una regularización medioambiental se dirige a incitar a los agentes económicos, es decir a las empresas, las familias, los individuos y las propias administraciones, a hacer un uso respetuoso del medio ambiente, de manera tal que el conjunto de la sociedad siga un modelo sustentable. La regulación ambiental no se dirige a suprimir la contaminación sino a reducirla a un nivel sustentable. Aspecto muy importante: no se trata de prohibir toda contaminación. Vivir es contaminar. Somos máquinas que transformamos el oxigeno en gas carbónico. ¡Y no vamos a combatir el efecto de invernadero pidiéndole a la gente que deje de respirar! Es necesario lavarse, entonces vamos a ensuciar el agua. Es necesario desplazarse, entonces haremos ruido y emitiremos gases. Aunque se use ferrocarril eléctrico, hay detrás centrales nucleares o de carbón; en Chile tenemos la posibilidad de energía hidroeléctrica. De todas maneras; hagamos lo que hagamos, contaminamos.

Pero la naturaleza que es extremadamente generosa elimina una parte de esa contaminación y la recicla espontáneamente. Hay entonces, de cierto modo, un nivel de contaminación aceptable para el género humano. Esto debe decidirse localmente, a nivel de la colectividad, de la comunidad, o globalmente, como en el caso del efecto invernadero. Es a este nivel de sustentabilidad que es necesario llegar.
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